La poesía plasma lo que nos impacta, nos impresiona, aquello que nos hace sentir vivos o desfallecidos. Lo que fuertemente afecta a nuestra condición humana. Nada hay que no pueda ser poesía: Antonio Machado dedicó un poema a las moscas y Charles Bukowski al alcohol y al vómito.

Ciertamente el alba y el atardecer, las flores,  han mostrado al ser humano una gran variedad de colores antes de que él aprendiera a crearlos con la técnica. Por otro lado, el amor en todas sus vertientes ha sido el punto fundamental del quehacer poético. También la muerte como solución o gran interrogante ha ocupado un lugar primordial. Pero nuestras vidas también se ven azotadas por las noticias de los periódicos, de los telediarios, sobre las guerras, sobre los grandes y pequeñísimos. Y todas estas vidas, aunque transcurran a miles de kilómetros y en unas condiciones que nos son extrañas, también nos deberían afectar.

Pero a veces escribimos para decir que no estamos de acuerdo, para denunciar lo que consideramos injusto e hipócrita, para decir que cada muerte de un niño es parte de nuestra propia muerte.

Somos fotógrafos de la palabra, recogemos el instante para que imaginemos lo que precede y lo que sigue. Para que no pasemos por la vida mirando hacia otro lado, y al final esgrimir ese falso “no me consta”, “no sabía”, “de haberlo sabido”.

Por estas páginas se entrevén los bombardeos, la guerra, las pateras, la muerte del inocente, Chernobil, a sabiendas que al final volveremos donde estábamos hace cien años, en el sueño de toda una humanidad impotente para salvarse a sí misma, ante la codicia de unos pocos sin capacidad de mirar al futuro.

Algunos poemas de «Volveré dónde estaba»

La humanidad se desvanece

  • La humanidad se desvanece, se apaga:

    una cerilla en la oscuridad de la noche.

    El círculo de luz se empequeñece,

    sólo mis dedos dejan ver sus grietas.

    Cuerpos de seres humanos de África

    aparecen inertes, ahogados en su búsqueda

    del mundo que han visto en los canales

    de atrayentes televisiones vía satélite.

    Junto a ellos las sombrillas de colores.

    Veraneantes bronceados esperan

    que las autoridades recojan los cuerpos

    para poder seguir las vacaciones.

    No quedan estrellas en este universo

    de dolor, rechazo y clara miseria.

    Emigrante africano muere en el Gran Canal

    y la indiferencia nos vuelve Nada.

Lágrimas en el mar

  • No caen lágrimas en vano,

    ni barre el viento las palabras.

    Las tristes lágrimas contienen

    del océano mil tormentas.

    Fuerte aguacero doloroso

    de suave pétalo marchito.

    Son profundas como la sima

    marina, ausente la luz viven

    los animales fluorescentes.

    Las lágrimas de una madre hieren

    incluso a quien no las vertió

    por la verdad que ellas esconden.

    Seca la humedad de sus ojos.

    Doloroso queda el profundo

    silencio de alma derrotada

    ante la verdad de la muerte

    en la simple gota caída

    de los tristes ojos maternos.

    El hijo perdido en la noche

    cruzada por frágil patera

    desde un viejo continente a otro,

    de la guerra cruel a la paz,

    de casi absoluta pobreza

    a la esperanza en un mañana.

Morir por ti

  • (A los miembros de ciertas ONG)

    Morir por ti, hermoso modo de vivir.

    Dejar venideros años que me quedan

    disueltos en porvenir que ya te espera

    con cuadernos de colores y sonrisas.

    Sobrevivir a tantas armas vendidas

    por los dueños de diamantes en el cuello.

    Campo de refugiados, de masacrados

    niños. Los misiles pagan el caviar.

    Deseo solamente un collar de besos

    sobre ojos infantiles llenos de vida.

    Salvar a uno de ellos es ya la victoria.

    Morir por ti, hermoso modo de vivir.